martes, 24 de agosto de 2010

EL NUEVO MUNDO


Foto 4 de El nuevo mundoAproximación nada tópica a la exploración del nuevo mundo por los ingleses. El film arranca en 1607, cuando tres barcos avistan tierra tras una larga navegación atlántica. Les empuja el deseo de prosperar, la promesa que nadie garantiza de que se harán ricos en los lugares recién descubiertos. Pero la creación del asentamiento costero de Jamestown se hace penosa, y hay miedo de tratar con los nativos. Así que encomiendan la tarea al capitán John Smith, como mejor alternativa a la de su muerte en la horca por insubordinación. Cuando se adentra en el interior con sus hombres, son atacados y sólo él sobrevive. Contra pronóstico es aceptado en un poblado, donde aprende a apreciar las costumbres indias, al tiempo que surge el amor por la joven hija del jefe powhatan, la hermosa e inteligente Pocahontas. La promesa incumplida del regreso de la expedición a Inglaterra, y la ayuda prestada a Smith por Pocahontas, traerán consecuencias imprevisibles.
Me atrevería a decir que este film tiene en su contra esa cursilada animada de la Disney titulada Pocahontas, el triste precedente de Colin Farrell en una película histórica (!), la olvidable Alejandro Magno, y lo que con mirada superficial -e injusta- podría describirse como un aire a El lago azul. Por favor, prejuicios fuera. Terrence Malick saca a pasear su alma de poeta, y recrea la historia de modo pausado, con extraordinaria delicadeza, y sin caer en extremismos no deseables. Ya sólo la belleza del plano en que los indios admiran las naves recién llegadas, que tendrá su correspondencia ulterior en Inglaterra, cuando Pocahontas descubre una catedral, hablan de que la hermosura de las tierras vírgenes tiene su contrapunto en los logros de la civilización. Ciertamente, la vida de los indios tiene algo de edénico, como de tranquila vida lograda, pero quizá su modo de desenvolverse no sea muy distinto al de los habitantes de la campiña inglesa. En cuanto al contraste de nativos y exploradores, son lógicas las diferencias entre quien buscaba algo mejor y encuentra mil y una penalidades, y quien se conforma con lo que tiene. Eso sí, la crueldad en la batalla es equiparable.
Acierta Malick al trenzar la historia de amor y la transición gradual de Pocahontas a los modos occidentales. Un Farrell contenido, una sorprendente y bella Q'Orianka Kilcher que tenía quince años cuando hizo el film, y un reposado Christian Bale, constituyen los tres lados de un triángulo atípico, donde se entienden bien el entusiasmo adolescente transformado por el sufrimiento en amor por esposo e hijo, el abandono por satisfacer los anhelos exploratorios, o el amor redescubierto del bondadoso viudo.
Foto 1 de El nuevo mundo












La expedición de la que formaba parte el capitán John Smith se hizo a la mar el 20 de diciembre de 1606. El plan era la colonización de Virginia a través de la Virginia Company of London, que había logrado una concesión del rey Jaime I de Inglaterra. La expedición vio tierra americana por primera vez el 26 de abril de 1607, en el cabo de Henry. El 13 de mayo comenzaba el asentamiento de Jamestown, llamada así en honor al monarca inglés.
Durante el viaje, Smith dio problemas al jefe de la expedición, el capitán Christopher Newport, que llegó a pensar en su ejecución, decisión finalmente no tomada, pues todos los hombres eran valiosos en el nuevo mundo. En diciembre de 1607 Smith fue capturado y llevado al pueblo indio del jefe Powhatan, situado a 25 kilómetros de Jamestown. Allí conocio a su hija Pocahontas, que tendría alrededor de 12 años (Smith tenía 26), y que intercedió en su favor. No existe constancia histórica acerca de una relación amorosa entre la joven y Smith. La sed de aventuras de éste le llevó a explorar la bahía de Chesapeake. Mientras, ella fue secuestrada por colonos ingleses, y su padre no pagó el rescate que se pedía. Así que se adaptó a su nueva vida, y fue bautizada como cristiana con el nombre de Rebbeca. Se casó con John Rolfe, colono viudo, y tuvo con él un hijo, Thomas. Pocahontas viajó a Inglaterra, y fue recibida por el rey. Se reencontró en alguna ocasión con Smith, y murió joven, unos 22 años, probablemente de neumonía o tuberculosis.
 

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